A pesar de todo el tiempo que ha
pasado, la comida de Pompeya parece llena de vida. Sabemos que los antiguos
comían habas, aceitunas, duraznos, dátiles, almendras, cerezas agrias, manzanas
silvestres, peras y nueces. Sin embargo, también hay evidencias de que eran
grandes amantes del pescado gracias a un mosaico encontrado en Pompeya con una
amplia variedad de pulpos, calamares, langostas, camarones, anguilas, lubinas,
salmonetes, cazones, rayas y una especie de caracol. Además, los pompeyanos
eran muy aficionados a una salsa de pescado salado llamado garum, similar a la
salsa de pescado tailandesa, por la que Pompeya era especialmente famosa.
Mucha de la comida se hacía en barbacoas
portátiles de terracota, donde las casas acomodadas tenían placas de piedra
para cocinar (similar a nuestras placas) con el calor generado por un fuego de
carbón.
Por
otro lado, algunos frescos representan fielmente el tipo de cultura
gastronómica que tenían los antiguos pompeyanos, y si hay algo que está claro
es que sabían divertirse en la mesa. Una pintura de una cena privada muestra
una pareja sentada en un sofá, ambos desnudos de cintura para arriba y cubiertos
por ricas telas en la parte de abajo.
Otro
fresco muestra una gran fiesta de hombres sentados en el sofá bebiendo vino.
Uno de los invitados se tambalea y derrama el vino sobre sus pies mientras un
esclavo le sostiene. Sin duda no todas las cenas eran tan suntuosas y
decadentes como esta, pero cenar de esta manera era un privilegio reservado
para los ricos. Para los pompeyanos más pobres lo habitual era tomar una comida
rápida, ya que las viviendas más humildes carecían de chimenea y cocinar en casa
tenía sus limitaciones.
Según el análisis de los 139 esqueletos de Herculano, un
tercio de la población estaba anémica. Los más pobres apenas comían carne
dejando sus huesos con falta de zinc. Además, esqueletos de todo tipo muestran
signos de envenenamiento por plomo, seguramente debido a que el vino de la
tierra se dosificó con este material para mantenerlo mejor. Sin embargo, sus
dientes y huesos fuertes indican que las personas estaban mejor alimentadas que
la población equivalente al Nápoles moderno. Todas esas frutas, frutos secos,
pescado y aceite de oliva realmente sirvieron para algo.
Imagen de un Pan petrificado
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