Tras la erupción de Vesubio, Pompeya y dos ciudades más Herculano y Estabia quedaron sepultadas por las piedras pómez que expulsó el Vesubio y más tarde por la lava que este arrojó en el año 79 d.c. No fue otro sino que un español aquel que descubrió a estas grandes ciudades durmientes después de 16 siglos de letargo.
Su descubridor fue un zaragozano de nombre Roque Joaquín de Alcubierre, nacido en Agosto de 1702, procedente de una buena familia, en la primera etapa de su vida estudió en España aunque no hay muchos documentos sobre esto, cuando fue adolescente se interesó por el cuerpo de ingenieros del ejército español. Viajó a Nápoles donde pasaría el resto de su vida y protagoniza uno de los descubrimientos arqueológicos más importantes de la historia.
Retrato de Jorge Joquin de Alcubierre |
Los historiadores creen que llega a Italia en el 1734 poco después de la victoria de Montemar en Abulia, tras la cual el reino de Nápoles quedaba en manos españolas.Apenas dos años más tarde, y ya con el ansiado cargo de capitán en su poder, Alcubierre se encontraba trabajando todavía en la edificación del palacio, bajo las órdenes de Juan Antonio Medrano. El ingeniero y militar aragonés tenía entonces la misión de trazar la planta de los terrenos aledaños al palacio y, durante aquella labor, trabó amistad con un cirujano del lugar llamado Giovanni de Angelis. Fue él quien le puso al corriente de los habituales hallazgos de piezas antiguas que se producían cada poco tiempo en el lugar. Al mismo tiempo, Alcubierre tuvo conocimiento de la existencia del llamado pozo Nocerino, excavado por el príncipe de Elbeuf pocos años antes, en 1711, durante la época de dominio austriaco en Nápoles. En dicho pozo se habían encontrado algunos restos interesantes, como cimientos de edificios antiguos y otras piezas menores. Alcubierre sospechaba que bajo el suelo que pisaba podían encontrarse grandes tesoros del pasado romano, así que comentó sus inquietudes con su superior, Medrano, proponiéndole una excavación sistemática de la zona. Éste comunicó la idea a sus mandos y, por suerte, el monarca (Carlos III), llevado por sus inquietudes intelectuales, accedió a la empresa y nombró encargado de la misma al propio Roque Joaquín de Alcubierre en una Real Orden fechada el 13 de octubre de 1738. De este modo, las excavaciones comenzaron aquel mismo mes, a partir del pozo Nocerino. Ni Alcubierre, ni Medrano ni el monarca podían sospechar entonces que estaban a punto de marcar un antes y un después en la historia de la arqueología mundial.
El descubrimiento de Pompeya
Los hallazgos se sucedían sin parar en los terrenos de lo que siglos atrás había sido Herculano, el maño tuvo conocimiento de la aparición de algunas piezas destacadas en un terreno situado a varios kilómetros de allí. El ingeniero, de nuevo con la aprobación real, comenzó a excavar en aquella zona en 1748. Pronto comenzaron a ser rescatados importantes pruebas del pasado romano, y Alcubierre creyó haber localizado los restos de la ciudad de Estabia. Sin embargo, el aragonés estaba equivocado.Varios metros más abajo, se hallaba la ciudad de Pompeya. En 1763 el ingeniero y militar zaragozano identifica aquellos restos, gracias al hallazgo de una inscripción que se citaba a la Res Publica Pompeianorum. En cuanto a Estabia, sus restos fueron hallados poco después de descubrirse los primeros vestigios de Pompeya, en 1749.
Restos arqueológicos de Pompeya |
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